Un hombre, un voto. Ese es el principio de la democracia, ¿no? Bueno, vale. Sí, seguro que ahora más de uno y más de dos lo habrán transformado en Un hombre / una mujer, un voto. Igual da. O, mejor dicho, igualdad. En fin, dejémoslo ahí. El caso es que mi voto debería valer igual que el tuyo, pero no va a ser así, porque mi voto va a ir a parar a la basura. Y eso incumple la base de la democracia.
Si
existiera la posibilidad de votar también en contra, la cosa cambiaría
sobremanera. Las posibilidades de que pudiera usar mi voto se multiplicarían:
si no encuentro candidaturas que merezcan mi voto a favor, a lo mejor sí encuentro
alguna que merezca mi voto en contra. Si no encuentro a nadie con quien me
pueda identificar, que me apasione, que colme mis expectativas, a lo mejor sí
encuentro a alguien que me cause repugnancia, que me repela; en definitiva,
alguien que no me gustaría ver en absoluto gestionando la cosa pública.
Yo
podría usar mi voto, la abstención bajaría (ahora no se apea del 33 %), los
índices de participación aumentarían, la democracia se robustecería… y todos
contentos. Bueno, no sé si todos. Quizá los partidos políticos no tanto, porque
¿a quién le gusta que le digan explícitamente que no vale, que no sirve, que no
convence, que yo a ti no te quiero? La posibilidad de que alguien les vote en
contra no parece que pueda ser de su agrado. Pero ese es su problema de
siempre, ¿no?: no admitir que algo estarán haciendo mal cuando, como poco, 1 de
cada 3 votantes no encuentran candidaturas a las que dar su apoyo. En realidad,
por eso los votos en blanco y las abstenciones no tienen ningún peso en los
resultados electorales, ¿no? No les gusta que nadie les diga que son malos
remalos. ¡Allá ellos!
En
el recuento, los votos en contra se restarían de los votos a favor… y ya está.
Así de fácil.
Desde
un punto de vista práctico, habría que cambiar las papeletas, claro. Pero eso
incluso vendría bien, porque ¿para qué sirven las kilométricas papeletas
actuales, una por candidatura, con los nombres y apellidos de todos los
candidatos en forma de lista, si no nos dejan elegir a aquellos que queremos
votar y tenemos que aceptarlos a todos sí o sí? En las nuevas papeletas, una
única papeleta por circunscripción electoral, podríamos dejar fuera los nombres
y apellidos de los candidatos y hacer constar solo las denominaciones de los
partidos acompañadas de dos recuadros, uno para el voto a favor y otro para el
voto en contra. Para votar, bastaría con poner un aspa en el recuadro de
nuestros amores o de nuestros odios. Y listo. Y encima nos ahorraríamos dinero.
Sí
al voto en contra. Todo son ventajas.
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