¿Por
qué los políticos se meten donde no les llaman? ¿Por qué no se dedican a la
política y dejan la lengua en manos de los lingüistas? ¿Por qué se creen con
derecho a manejar a su conveniencia política las certezas científicas? ¿Por qué
para ellos dos y dos rara vez son cuatro?
Un
fin de semana de primavera, se celebraron varios congresos regionales de
partidos políticos. En uno de ellos, en Baleares, uno de los candidatos a
dirigir el partido, presentó una propuesta para dejar de llamar lengua catalana
a la lengua que se habla en Baleares y empezar a llamarla lengua balear. La
propuesta fue rechazada. El candidato, también. No creo que fuera por eso, o no
creo que fuera solo por eso, pero no ganó él.
Este
episodio me ha hecho recordar que, en la época de la llamada Transición, así en
mayúsculas, se redactó y se aprobó la Constitución, también en mayúsculas —¡cómo les gustan las mayúsculas a los
políticos!—, para dotar de legitimidad democrática a lo que venía después de
que Franco desapareciera. Para que el personal supiera qué era eso de la
Constitución y dar a conocer su contenido, los poderes públicos del momento
distribuyeron una gran cantidad de ‘constituciones’ en formato manejable y en
las lenguas de España; a saber: castellano, gallego, vascuence, catalán, valenciano
y balear. ¡Sí, también valenciano y balear! Yo, en periodo de formación como
lingüista en aquel momento, tuve en mis manos un ejemplar de las versiones en valenciano
y catalán, y me dio por compararlas. Las diferencias no pasaban de tres o
cuatro: alguna terminación verbal, algún demostrativo… y poco más. Y lo mismo
ocurriría seguramente con la versión en balear.
Hace
unos años, en Aragón se aprobó una normativa que mencionaba la 'lengua
aragonesa propia del área oriental' (y la 'lengua aragonesa propia de las áreas
pirenaica y prepirenaica'), lapao (y lapapyp), en abreviado. La primera no era
más que el catalán que se habla en una estrecha franja fronteriza con Cataluña (y la segunda es lo que se ha llamado toda la vida el aragonés).
Los
lingüistas dicen que lo que se habla en todas estas zonas mencionadas es
catalán, con sus diferentes variantes locales, pero catalán. Los políticos, sin
embargo, dicen que… según y depende: puede ser catalán, valenciano, balear,
lapao… ¡Hombre! Si lo que pretenden es que España suba en la clasificación de
países con población plurilingüe, no es mala idea: así pueden decir que
no-sé-cuantos-españoles hablan 4 lenguas. O más, si en vez de decir lengua balear,
decimos mallorquín, menorquín e ibicenco; y si añadimos barcelonés,
tarragonés,
leridano y gerundense, ya ni te digo. ¡Seamos serios, por favor!