¿Por qué, si le pido a mi hermana
que me ayude a lavar el coche y no le pago nada, no pasa nada y, si se lo pido
a un mecánico, tengo que pagar? ¿Por qué, si le pido a mi hija que me corte el
césped, no le tengo que pagar nada y, si se lo pido a un jardinero, sí? ¿Por
qué, si le pido a mi vecino que me eche una mano con la mudanza, con invitarle
al aperitivo vale y, si se lo pido a un transportista, tengo que pagar? ¿Por
qué, si le pido a un amigo informático que me arregle el ordenador, no le tengo
que dar nada y, si lo llevo a un servicio de asistencia técnica, sí? ¿Por qué
unas acciones se consideran ayuda (y no se remuneran) y otras, trabajo (y sí se
remuneran)?
Ya he mencionado aquí en una ocasión
anterior (Regalos, que no donaciones) que los impuestos son necesarios y
que, cuando cobras el salario, pagas impuestos y cotizaciones. Por eso —aunque
no solo por eso, claro— es importante que la gente trabaje. Ahora bien, ¿todas
las acciones que implican esfuerzo debemos considerarlas trabajo? ¿Todas deben
recibir una contraprestación dineraria y, por ello, pagar impuestos?
No parece que sea ese el caso: la
hermana que me ayuda a lavar el coche, la hija que me corta el césped, el
vecino que me echa una mano con la mudanza, el amigo que me arregla el
ordenador, que me lleva al aeropuerto, que me recoge al niño en el cole cuando
va a recoger el suyo y me lo trae a casa, que… Hay innumerables situaciones en
las que la acción que se lleva a cabo puede ser hecha también por un
profesional: un mecánico lavacoches, una jardinera, un transportista, un técnico
informático, un taxista, una niñera… ¿Por qué pagamos en unos casos y no en
otros? ¿Dónde está el límite entre ayuda (gratuita) y trabajo (remunerado)?
Supongo que me dirás, y es el argumento más lógico, que, cuando es un
profesional quien hace la acción, debe ser remunerado por ello. Es su trabajo,
se gana la vida con él y debe cobrar. Bien. Hasta ahí de acuerdo.
Pero, ¿qué pasa si la hija que me
corta el césped es una jardinera profesional que se gana la vida, entre otras
cosas, cortando el césped? ¿Y si el amigo que me lleva al aeropuerto es un
taxista profesional? ¿Tienen que cobrarme obligatoriamente? ¿No pueden hacerme un
favor? Curioso asunto este. ¿Dónde están
los límites?
No sé si el Fisco habrá pensado en
esta cuestión, y la tendrá controlada. Con las ansias que existen siempre de
recaudar más y más, puedo imaginarme a los sesudos técnicos del ente
estrujándose el magín para tratar de buscar la forma de que las ayudas
profesionales sean consideradas trabajo, haya que pagar por ellas y, por lo
tanto, puedan recaudar impuestos. ¿Que no? ¡Todo llegará! Tiempo al tiempo.