¿Por qué?

¿Por qué?

martes, 15 de marzo de 2016

Mi patria es apatria

¿Por qué por el hecho, accidental, de haber nacido en España (o Portugal o Francia o Italia…) tengo que ser obligatoriamente español (o portugués o francés o italiano…)? ¿Por qué tengo que tener la ciudadanía española (o portuguesa o francesa o italiana…)? ¿Por qué no puedo no ser ciudadano de ningún país? ¿Por qué no puedo ser simplemente ciudadano del mundo? ¿Por qué tengo que tener una patria quiera o no quiera? ¿Por qué no puedo no tener patria?

 
 
Ser ciudadano de un país, tener su nacionalidad, implica que uno se identifica con ese país, que participa en la vida comunitaria del país, que comparte su existencia con sus conciudadanos. Incluye, por supuesto, alegrarse por los logros de la selección nacional de fútbol, por poner un ejemplo, o del héroe deportivo de turno, pero no es solo eso. Consiste en sentirse parte de una colectividad, en compartir una misma visión del país, y del mundo, si me apuras. No tiene que ver con los políticos que estén gobernando en un momento determinado, es algo más universal, que trasciende a la política, y, a la vez, intemporal. Es sentirse a gusto con el país, con todo lo que le rodea a uno y, por supuesto, ser fiel a ello.
 
Parafraseando a Clarín, a mí me nacieron en España y, simplemente por eso, el sistema me considera ciudadano español: me inscribieron en un registro de españoles, me dieron un documento de identidad español, un pasaporte español… y el Estado español se arrogó el mandato de 'velar' por mí. No hay nada que hacer. Las cosas son así y así las hemos aceptado todos.
 
Ahora bien, pasa el tiempo, las personas cambian, las sociedades y los países también y puede ocurrirle a uno que vea la vida de otra manera, que se dé cuenta de que ya no encaja tanto en esa comunidad, que lo que antes le hacía sentirse parte de ella se ha esfumado, que le cuesta encontrar puntos de unión con sus conciudadanos en esa visión del mundo y de la existencia. En definitiva, que esa patria que le correspondió accidentalmente por nacimiento no es ya de su agrado… y quiere renunciar a ella.
 
El sistema no lo permite.
 
Así es. No hay manera de dejar de ser español (o portugués o francés o italiano…), no es posible renunciar a la nacionalidad. Uno puede romper su pasaporte español, quemar su documento de identidad español, manifestar su intención de dejar de ser español ante notario o ante el rey de turno, elevar una súplica al sursuncorda… Nada vale, nada va a conseguir. El sistema no permite renunciar a tu nacionalidad… si no tienes otra. Si uno tiene doble nacionalidad española / chilena, por ejemplo, y quiere renunciar a la española, no hay problema. Si uno tiene solo nacionalidad española (o portuguesa, o francés o italiana…) y quiere renunciar a ella, no puede.
 
El sistema no permite no tener ninguna nacionalidad.
 
Pero eso no quiere decir que no existan personas sin nacionalidad. En el mundo hay unos 10 millones de personas (datos de Acnur) que carecen de nacionalidad, porque no son reconocidas por ningún Estado como ciudadanos. Son personas que, en la mayor parte de los casos, han sido desposeídas de su nacionalidad, son apátridas obligadas. Y los Estados, en el marco de las Naciones Unidas, han firmado conciertos y convenios para protegerlas, para salvaguardar sus derechos y, también, se han puesto de acuerdo para que exista el menor número posible de apátridas en el mundo, otorgándoles incluso facilidades para conseguir otra nacionalidad.
 
Es una iniciativa loable, desde luego, porque va encaminada a resolver situaciones sobrevenidas, por lo general, a causa de conflictos entre Estados, que terminan afectando a grupos de personas, minorías normalmente, a las que privan de la nacionalidad.
 
Ahora bien, cosa diferente parece querer ser apátrida por libre elección, sin conflicto mediante. No debería haber impedimentos para dejar de ser español (o portugués o francés o italiano…) por voluntad propia. Claro que quizá el problema esté precisamente en eso, en que se trate de una decisión voluntariamente adoptada, porque no creo que a ningún Estado le guste oír que no hace las cosas bien, que no sirve, que no tiene sentido su existencia… que, en el fondo, es lo que significa querer renunciar a la nacionalidad.
 
Y eso, eso es intolerable, ¿verdad?
 


martes, 1 de marzo de 2016

No se aceptan bancos

¿Por qué tengo que domiciliar la nómina en el banco? ¿Por qué tengo que pagar la luz por el banco? ¿Y el recibo de la comunidad? ¿Y el gas? ¿Y el agua? ¿Y...? ¿Por qué no puedo cobrar mi sueldo en efectivo? ¿Por qué no puedo pagar los recibos con dinero en efectivo? ¿Por qué estoy obligado a utilizar un banco para hacer casi cualquier operación?

 
 
Sí, vale, seguramente es más cómodo: el dinero de la nómina entra en la cuenta a finales de mes, el de los recibos sale a primeros de mes, y no necesito estar pendiente del asunto. Puedo pagarlo casi todo con alguna de las tarjetas que me dará el banco, y no necesito llevar mucho dinero encima. Además, si necesito dinero en efectivo, no tengo más que sacarlo de un cajero automático con una de esas tarjetas y arreglado… Pero, claro, todo esto no es gratis. Cuesta dinero y no poco (comisiones lo llaman), y cada vez son más y más altas: por tener una cuenta, por ingresar cheques, por hacer transferencias, por tener una tarjeta, por sacar dinero de un cajero que no es el tuyo… Y como tengas que pedir un préstamo o una hipoteca: comisión de apertura, comisión de amortización…
 
En definitiva, te tienen bien agarrado por… todas partes, y te exprimen cual naranja de zumo. Pero el dinero que te cuesta eso no lo es todo: te cuesta también libertad, privacidad, independencia.
 
Además, los bancos no están solos en esta tarea, los gobiernos les echan una manita, cuando no las dos, como si ellos no se bastaran solitos para el ‘exprimimiento’ del personal. Un ejemplo: desde hace ya un tiempo, en España está prohibido hacer pagos en efectivo de más de 2.500 euros. ¡Estupendo! La excusa, por supuesto, siempre es la misma: evitar los fraudes y el blanqueo de dinero. Como si una medida así sirviera para mucho. Como si se fueran a acabar ya los grandes fraudes solo con eso. ¡En fin!
 
Pero hay más. En Dinamarca están implementando medidas para ir acabando con el dinero en efectivo: los establecimientos van a poder decidir que no aceptan pagos en efectivo. Es decir, en vez de ver carteles que digan ‘no se aceptan tarjetas’, pronto veremos carteles que digan ‘no se acepta dinero en efectivo’. Y ya nos podemos imaginar lo que va a venir: no creo que vayan a tardar mucho los demás gobiernos en seguir la misma dirección. Por supuesto, por supuesto, todo en aras de una mayor seguridad, economía… y zarandajas varias.
 
Yo creo que la mejor opción es colgar un cartel en casa (o, mejor, ponerse una chapa en la solapa) que diga ‘no se aceptan bancos’… y empezar a obrar en consecuencia. Primero, los ingresos:
 
-       Pedir a la empresa que a final de mes me pague en efectivo. Si el sueldo resulta que supera los 2.500 euros, que me pague por quincenas, y si no, por semanas.
 
-       Sacar los ahorros del banco y guardarlos en casa. Sí, sí, bajo el colchón o en el cajón de la cómoda o en una caja de pastas vacía, o en los tres sitios a la vez.
 
-       Solicitar formalmente a Hacienda que me devuelva el IRPF en efectivo.
 
Luego, los gastos:
 
-       Avisar a las empresas que suministran electricidad, gas, agua, teléfono, etc. que me envíen los recibos a casa y que me den una dirección donde pagarlos en efectivo.
 
-       Para pagar la cuota mensual de la comunidad de propietarios, entregarle el dinero en mano al tesorero/secretario contra un recibo firmado por él.
 
-       Pagar en efectivo las compras en supermercados, los gastos en restaurantes, bares, cines, los billetes del transporte público, las reparaciones de la bicicleta…
 
-       Si hay que hacer obras en casa, pagar en efectivo a los operarios. Si la factura supera los 2.500 euros, pedirles que la troceen en varias con diferentes conceptos.
 
¿Crees que se puede conseguir? En fin, supongo que costaría bastante: está el mundo tan acostumbrado a bancos, tarjetas, domiciliaciones bancarias, cheques, etc. que me imagino que las empresas y las administraciones ni siquiera tienen previsto un procedimiento para recibir (o hacer) pagos en efectivo.
 
¿Te animas a intentarlo? Si sí, cuéntanos tu experiencia, ¿vale?