¿Por qué?

¿Por qué?

viernes, 1 de julio de 2016

El voto ‘partío’

¿Por qué el voto tiene que ser siempre a una única candidatura? ¿Por qué no puedo repartir mi voto entre varias candidaturas en función de mis simpatías? ¿Por qué solo a una? ¿Por qué, si simpatizo con dos candidaturas por igual, no puedo dar la mitad de mi voto a cada una de ellas? ¿Por qué es tan rígido el sistema electoral? ¿Por qué a nadie le interesa cambiar las cosas? ¿Por qué los que podrían hacerlo no dejan de regirse por sus propios intereses partidarios y se arriman más a los intereses de ciudadanos y votantes? 


Un hombre, un voto. ¡Vale! Es la máxima expresión de la democracia, dicen. ¡Vale! Pero, ¿qué pasa cuando ese hombre no tiene claro qué hacer con ese voto? ¿Acaso es culpa suya que no encuentre ningún producto en el mercado político que le convenza? ¿Es su culpa no querer desperdiciar su voto así como así? Si el voto es la máxima expresión de la democracia, ¿no habría que procurar facilitarles la vida a los votantes para que puedan expresarse libremente, sin cortapisas? Porque una cortapisa es el hecho de que tenga que dar mi voto entero a una sola de las opciones. Aunque la candidatura que más me satisfaga no me satisfaga al cien por ciento, me obligan a darle el cien por ciento de mi voto; no puedo darle menos. Si dudo entre dos candidaturas parejas, me obligan a decidirme por una de ellas; no puedo darle la mitad de mi voto a cada una… Si tuviera la opción de partir el voto, encontraría una solución más fácilmente.

¿Por qué no va a poder partirse un voto? Un voto no es más que una unidad. Y, recordemos las matemáticas, las unidades son divisibles: por dos, por tres, por cuatro, por cinco… Por lo que queramos. Vale, tampoco vamos a pedir que el voto pueda repartirse entre diez candidaturas, pero, ¿por qué no en dos mitades? Una mitad para la candidatura A y otra mitad para la B, o una mitad para la candidatura A y otra mitad en blanco…

Con esta medida y otras similares (voto en contra, voto en blanco), no es descartable que más gente acudiera a votar, ya que podría matizar mejor sus preferencias: la abstención bajaría (ahora se abstienen 1 de cada 3 votantes) y la democracia se robustecería. Pero, sin necesidad de hacer un estudio exhaustivo de los sistemas electorales de todos los países del mundo mundial, me atrevo a afirmar que en ningún país se puede partir el voto. ¿Por qué será? Probablemente porque a los políticos no les gustan las discrepancias. No hay más que ver cómo se comportan en los parlamentos: todos votan lo que dice el jefe. Y que no se te ocurra votar o decir otra cosa… ¡Y así vamos!

1 comentario: