¿Por
qué aparcas la moto atravesada en la acera? ¿Por qué dejas la furgoneta encima
del paso de ciclistas y peatones? ¿Por qué vas en bicicleta a velocidad de
suicida por la acera? ¿Por qué no respetas el semáforo? ¿Por qué me adelantas
casi rozándome? ¿Por qué no pones el intermitente para indicarme la maniobra
que vas a hacer? ¿Por qué cruzas la calle antes de que se ponga verde el
semáforo? ¿Por qué te paras pisando el paso de peatones? ¿Por qué te cuesta
tanto respetar las normas de tráfico?
Estaba
yo parado en un semáforo en rojo. Había tres carriles: en el de la derecha, en
el que yo estaba, había una flecha doble que señalaba hacia delante y hacia la
derecha; en los otros dos, la flecha señalaba hacia delante. A mi lado, en el
carril central, se había parado un taxi. Cuando el semáforo se puso en verde,
yo seguí hacia delante, que era mi camino. El taxi, que quería torcer a la
derecha, tuvo que parar y esperar a que yo terminara de pasar para poder ir a
la derecha cruzando mi carril. Cuando terminó de pasar, me pareció oír al
taxista decir por su ventanilla abierta algo así como “Siempre os colocáis en
el sitio más complicado para hacer la maniobra”. ¡De verdad! ¡¡Dijo eso!! Quizá
no eran esas mismas palabras, pero el sentido de la frase era ese. Y cada vez
que lo recuerdo, me pregunto si ese taxista estaba escuchando lo que estaba
diciendo. ¡Qué disparate! En fin, imagino que el hecho de que yo fuera en
bicicleta no tuvo nada que ver en el asunto. Corramos un tupido velo.
La
cuestión es que muchas de las personas que circulan por la ciudad se consideran
con derecho a hacer lo que quieran… o casi. Y, bueno, eso no debería ser así. Las
normas, al menos las de tráfico, no están para fastidiar a nadie. Simplemente
son una forma de regular un asunto que, de lo contrario, sería el caos más
caótico que pueda darse. Si ya así la cosa va como va, imagínate…
He
visto coches saltarse un semáforo en rojo como descosidos y tener que pararse
cincuenta metros después en el siguiente semáforo en rojo. He visto bicicletas
saltarse un semáforo en rojo tras otro. He visto motos pararse en un semáforo
delante de los coches invadiendo el paso de peatones y obligar a los peatones a
tener que sortearlas para poder pasar. He visto peatones cruzando en rojo sin
mirar y lograr sortear por un palmo al vehículo que tenía el semáforo en verde.
He visto cabezas tractoras enormes saltarse un ceda el paso y frenar justo a un
palmo del vehículo que tenía preferencia de paso. He visto un coche de la
policía saltarse un ceda el paso y ni siquiera ver el vehículo que tenía
preferencia de paso. He visto bicicletas subir y bajar de la acera como si
fuera un carril más. He visto coches pararse en doble fila para ir a tomar un
café. He visto motos adelantar en zigzag pasando de un carril a otro sin
intermitentes ni señal de ninguna clase. He visto autobuses adelantar sin medir
bien la distancia obligando al otro vehículo a frenar para no estamparse. He
visto bicicletas saltarse un semáforo en rojo y, encima, increpar al vehículo
que casi las atropella. He visto… tantas incorrecciones que uno se pregunta
cómo no hay más accidentes de los que hay.
Y
¿por qué? No creo que ninguno de los infractores, llamemósles así, tenga una
respuesta coherente. No creo que sea por llegar antes: después de un semáforo
en rojo siempre habrá otro, por lo que no sirve de nada saltárselo. No, no es
por eso. Yo creo que simplemente es algo que está en la naturaleza humana.
Viene a ser algo así como lo hago porque quiero y porque puedo: primero, yo; y
después… lo que venga después ya no me importa.