¿Por qué?

¿Por qué?

lunes, 16 de enero de 2017

No se aceptan bancos II

¿Por qué no puedo pagar 1.001 euros en metálico? ¿Por qué tengo que pasar obligatoriamente por un banco para hacer pagos de más de 1.000 euros? ¿Por qué tengo que pasar por un banco para hacer casi cualquier operación con dinero? ¿Por qué no me puedo ‘independizar’ de los bancos? ¿O sí puedo?


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¡Ya está bien, oiga! ¿Qué pasa? ¿Que hay que seguir haciéndoles el caldo gordo a los bancos? ¿No basta con haberlos saneado a cuenta del contribuyente, sino que también hay que seguir dándoles posibilidades de aplicarnos más comisiones? Porque, si no puedes pagar en metálico, tendrás que pagar a través del banco, probablemente con una transferencia… y probablemente el banco te cobrará una comisión por esa transferencia. Total, que lo que dicen que es “para atajar la economía sumergida y el dinero negro” se va a convertir en un arma para que los bancos les saquen más dinero a sus clientes. ¿Te apuestas algo?

Esta nueva limitación de uso de dinero en efectivo no hace más que refrendar la idea que ya señale hace casi un año: “Yo creo que la mejor opción es colgar un cartel en casa (o, mejor, ponerse una chapa en la solapa) que diga ‘no se aceptan bancos’… y empezar a obrar en consecuencia”. A ver cuándo me pongo a ello…

domingo, 1 de enero de 2017

Democracia escamoteada

¿Por qué puede ser alguien presidente sin haber obtenido la mayoría de los votos? ¿Por qué se toman algunas decisiones políticas democráticas saltándose la democracia? ¿Por qué a nadie parece preocupar ese déficit democrático? ¿Por qué nos dejamos escamotear la democracia sin decir ni mu?

Candidato
a presidente
Partido
Voto
popular
Porcentaje
Hillary Clinton
Demócrata
65.844.610
48,06%
Donald Trump
Republicano
62.979.636
45,97%
Gary Johnson
Libertario
4.488.912
3,28%
Jill Stein
Verde
1.457.038
1,06%
Evan McMullin
Independiente
725.196
0,53%
Otros
-
1.517.152
1,10%
TOTAL

136.907.285
100,00%

Durante la vorágine que siguió al 'trumpazo' que se pegaron los estadounidenses en las elecciones presidenciales de noviembre, se dijeron muchas cosas: analistas sesudos intentaron hacernos comprender las causas de semejante resultado, nos explicaron las consecuencias que podía tener para todo el mundo, se lanzaron a predecir comportamientos del futuro presidente… En fin, todo lo esperado tras un resultado, digámoslo así, incorrecto, según las mentes mediáticas más preclaras. Vamos: más o menos lo mismo que sucedió cuando los reinounidenses se sirvieron un 'brexit' unos meses antes. 

A mí lo que más me sorprendió de toda esa vorágine fue no oír a nadie profundizar en el hecho de que quien ganó las elecciones obtuvo 3.000.000 de votos menos que otro candidato. (Sí, digo 'otro candidato' —candidata, en este caso— y no 'el otro candidato' y digo bien: aunque no se informe de ello y a nadie parezca interesarle, había más de dos candidatos en liza). Sí nos explicaron que esas elecciones en ese país no son elecciones directas sino indirectas; es decir, que no gana el que más ‘votos populares’ obtiene en total, sino el que más 'votos electorales' obtiene: cada circunscripción electoral tiene un determinado número de compromisarios (votos electorales lo llaman) según el número de habitantes y quien gana en la circunscripción, aunque sea por un solo voto de diferencia, se lleva todos los compromisarios, que una votación posterior, elegirán al presidente. Sí, la explicación nos la dieron, pero nadie se paró ni mucho ni poco a analizar el asunto ni profundizó en él. Porque, ¿qué dirías tú si en las elecciones al Congreso de los Diputados en España se aplicara el mismo método?; es decir, ¿que la candidatura que sacara más votos en la circunscripción de Madrid, por ejemplo, se llevara los 36 escaños independientemente de los votos obtenidos por las otras candidaturas? ¿No te sonaría un poco raro? ¿No te parecería un despropósito? ¿No pensarías que te estaban escatimando la democracia?, ¿que esos 36 diputados no podían representar de ninguna manera a los tres millones y medio de electores de Madrid?

Yo no oí nada al respecto: nadie comentó nada, nadie se extrañó, nadie dijo ni pío. Nada. ¿Por qué? ¡Ay, amigo! Porque es algo a lo que ya nos tienen acostumbrados… inconscientemente. Sin darnos cuenta, nos lo van colando de rondón los políticos también en España. Con un par de ejemplos recientes lo entenderás.

23 de octubre de 2016. Comité Federal del PSOE para decidir qué votar en la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno: 139 votos a favor de la abstención y 96 a favor del no; es decir, el 60 % a favor de la abstención y el 40 % a favor del no. La decisión que se toma es que los 83 diputados del PSOE (es decir, el 100 %) voten abstención. ¿No habría sido más democrático que 50 diputados (el 60 %) votaran abstención y 33 diputados (el 40 %) votaran no?

27 de diciembre de 2015. Asamblea Nacional de la CUP para decidir qué votar en la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat: 1.515 votos a favor del sí y 1.515 votos a favor del no. Empate. La decisión se pospone a una reunión posterior de los órganos de dirección. ¿No habría sido más democrático que 5 de los 10 diputados votaran sí y otros 5 diputados votaran no?

Vale: si se trata de una votación que solo puede tener un resultado, no queda otro remedio que quedarse con la opción mayoritaria. Pero en una votación con varias opciones, ¿qué necesidad hay de escamotear la democracia?  Seamos coherentes, por favor.