¿Por qué deberíamos ver con
buenos ojos no recibir un tique cuando hacemos la compra? ¿Por qué deberíamos
aceptar que no nos lo den? ¿Por qué deberíamos ayudar a las empresas a reducir
sus gastos a costa de nuestros derechos? ¿Por qué el medioambiente sigue siendo
utilizado como excusa por las empresas para reducir gastos o aumentar ingresos?
¿Por qué caemos en la trampa?
De un tiempo a esta parte, el medioambiente se ha convertido en
una excusa para que las empresas mejoren sus cuentas. Con la boca llena de palabras como
sostenibilidad, eficiencia, conciencia ecológica y demás, lo que realmente
pretenden es tener lleno el bolsillo, más lleno. Su objetivo es siempre el
mismo: obtener beneficios. Si la sostenibilidad, la eficiencia, la conciencia
ecológica y todo lo demás no sirven para aumentar los ingresos o reducir los
gastos, no sirven.
Hace tiempo que empezaron los hoteles con eso de dar la opción al
cliente de decidir si le cambiaban o no las toallas; siguieron las empresas de
suministros con aquello de no enviar las facturas por correo postal sino por
correo electrónico; los bancos, las aseguradoras… Eso sí, todo hecho según la
más estricta legalidad, supongo. Todo con el consentimiento del cliente,
supongo. Aunque muchas veces el cliente ni siquiera sabe que ha dado su
consentimiento, porque ya se encargan las empresas de tener el consentimiento
del cliente sin que el cliente se entere de que lo ha dado. Todo muy legal,
claro.
No falta
mucho ya para que los supermercados se apunten también a ese carro. Algunas
cadenas ya están suprimiendo los tiques de compra en algunos de sus
establecimientos, otras lo están estudiando. Así que pronto lo veremos en
nuestra realidad cotidiana. Y, cuando así sea, ¿cómo haremos para comprobar que
lo que nos cobran están bien?; ¿cómo sabremos que no hay errores?; ¿acaso los
supermercados ya no cometerán fallos en los precios? Supongo que será eso: a la
par que pongan en marcha esta medida de supresión del tique de compra, los
supermercados también podrán en marcha otras medidas de extrema seguridad para
impedir cualquier error en los precios cobrados. Eso es, sí. Va a ser eso.
¡Qué ilusos
somos! Sin un tique en la mano, adiós derecho a reclamar, adiós seguridad del
comprador. Sin un tique en la mano, quedamos totalmente en sus manos. ¡Ojo! ¡No
nos engañemos!
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